La Unión Europea sufre la crisis económica más larga de su historia y afronta una oleada migratoria y de refugiados como no se ha visto en mucho tiempo. Es también la primera vez, con el brexit, que un país abandona el proyecto europeo. Podríamos seguir con la lista de las tensiones a las que se enfrenta la UE: atentados terroristas, cifras desorbitadas de paro juvenil en la Europa mediterránea, la peculiar situación griega... A lo que hay que sumar las provocaciones de Trump, Putin y Erdogan desde el exterior. Nos hallamos frente a una situación inédita, que no tiene precedentes y frente a la que no hay brújula que valga. Y, sin embargo, Enrico Letta, que fue primer ministro de Italia durante los años tormentosos de la crisis del euro, no tiene ninguna duda de que la construcción europea debe seguir avanzando, contra viento y marea. El futuro, sostiene, pasa por «desbruselizar» Europa, por democratizar su funcionamiento y por acercar de nuevo el proyecto a aquellos que sienten que les ignora. En resumidas cuentas, por presentar la Unión Europea no como alternativa a lo peor sino como una apuesta por lo mejor. La victoria de Emmanuel Macron en Francia puede contribuir a ello. Europa tiene que reencontrarse a sí misma y convertirse en una potencia en valores, los mismos que pueden hacer de ella una referencia ética para el resto del mundo.