Si después de estudiar media hora uno no logra concentrarse, es que ha estudiado mal. En cambio, si después de hacer media hora de oración, uno no ha logrado «concentrarse», no pasa absolutamente nada. Se puede hacer oración con la mirada, con las posturas. Vamos a hablar de oración mental porque a veces nos complicamos, y no la hacemos bien del todo. La tibieza es enemiga del cristiano que se ha decidido por corresponder a la gracia de Dios. Y es una mala enfermedad del espíritu porque, a la postre, hace al alma incapaz de reaccionar. Empieza por muy poco y se acaba comiendo todas las ilusiones y todos los afanes por corresponder a Dios y por darse a los demás. De ahí que convenga tener muy en cuenta no solo sus manifestaciones, sino cómo se produce, cómo se diagnostica y, lo que es más importante, cómo se cura.