La fauna, en ocasiones tan difícil de descubrir, se hace visible en nuestra imaginación a través de sus huellas, señales y rastros. Durante nuestros paseos por la naturaleza, encontrar una pluma, una cuerna, una huella o un tronco roído, despierta nuestro sentido de la curiosidad y nos reconforta, al pensar que algún animal pasó por allí no mucho antes que nosotros. La interpretación de huellas, señales y rastros requiere de tiempo y experiencia. Es un arte que se va cultivando poco a poco y que se va afinando con cada salida al campo.