Los campesinos mayas de Guatemala están, desde la colonización, discriminados por parte de la sociedad civil y militar ante la indiferencia del Estado. Sin propiedades, sin el reconocimiento de sus derechos y sin esperanzas de alcanzar en el futuro una existencia más justa. El narrador nos describe con agudeza la situación del país, donde los mayas amables y hospitalarios en extremo tienen depositadas las expectativas de mejoras y crecimiento en el esfuerzo y sacrificio de personas como la misionera María Dolores –prima del autor- que ha dedicado toda su vida, desde que procesó, a ayudar a los mayas, especialmente a los niños.