El 14 de diciembre de 2004 se informó que Google, el buscador de referencia omnipresente en nuestros ordenadores, se proponía digitalizar quince millones de libros depositados en grandes bibliotecas. Era un plan a seis años que implicaba cifras astronómicas, pues daría acceso a un total de 4.500 millones de páginas. La primera reacción ante una perspectiva tan grandiosa bien podría ser de júbilo. Finalmente se iba a llevar a cabo el sueño mesiánico esbozado al final del siglo pasado: todos los saberes del mundo accesibles gratuitamente en todo el planeta, para todos. Sin embargo, conviene meditar más detenidamente sobre esta empresa. Porque a poco que se repare en el proyecto, no deja de suscitar graves preocupaciones.Desde la perspectiva del autor, Francia y su Biblioteca Nacional tienen una responsabilidad particular en este asunto. Pero ningún país de Europa puede quedarse al margen de la necesaria respuesta a un desafío de esta magnitud. Este libro se presenta como un grito de alarma, que busca instigar una acción colectiva en la Unión Europea.