A sus cincuenta años, el pianista canadiense Glenn Gould, afamado y ensalzado en todo el orbe, medita dar un nuevo rumbo a su vida. Ha llegado el momento, pues el consuelo que antes obtenía tocando, ahora no es sino un pálido recuerdo. Lleva demasiado tiempo luchando contra el progresivo deterioro de su cuerpo y negando las distintas pérdidas que ha ido sufriendo. Glenn se reconoce como el ermitaño más contumaz de todo Canadá. Como un conductor poco prudente, capaz de guiar el coche con una sola mano y los pies cruzados sobre los pedales. Como alguien capaz de consumir horas y horas frente al televisor. Adora a los animales, pero odia al público más bovino que abarrota sus conciertos. Idolatra el recuerdo de su madre y, por el contrario, defenestra todo lo que tiene que ver con su padre. Entre la primera grabación de las Variaciones Goldberg de Bach, de 1955, y la segunda, de 1981 -dos auténticos hitos-, se ha comportado como un niño mimado a veces, otras como un verdadero payaso. Sin embargo, su genio latirá vivo hasta el último momento. Único, irrepetible. Alejandro Castroguer evoca la figura del pianista más admirado del pasado siglo en una novela prodigiosa, ganadora del Premio Jaén de Novela 2015, imprescindible en especial para todo aquel que albergue o ejerza una vocación artística. El aliento y las contradicciones del creador se reflejan aquí con insólita agudeza, desde una perspectiva que sorprenderá y seducirá al lector. "Todos podemos aprender algo de este artista extraordinario". LEONARD BERNSTEIN "Gould es a la música lo que Panenka a los penaltis". Glenn Gould: Música para ciempiés, Juan Claudio de Ramón, JOT DOWN "Posiblemente el genio que mejor ha interpretado e interpretará jamás a Bach y al que, si te lo cruzabas por la calle, con toda seguridad confundirías con un sin techo". Carlos Olalla, LA PLACENTA DEL UNIVERSO