A través de los no siempre plácidos sueños del obispo don Lulio, el navegante lector terminará naufragando en todo un mundo lleno de alegoría en el que se verá arrastrado por un cauce desbordante de imaginería eclesial y literaria, repleto de un virtuosismo lingüístico donde las fábulas y mitos conformarán toda una arquitectura del símbolo.