Las distancias siempre son cortas en Formentera, un mundo apacible que pide ser recorrido en bicicleta y sin prisas, para disfrutar de sus muros de piedra, higueras monumentales y sabinas. Sus playas, aptas para la práctica del windsurf y la vela, continúan hechizando pintores y escritores llegados de todas las latitudes.