Sin lugar a dudas, los debates suscitados por Ludwig Wittgenstein han inspirado el pensamiento filosófico contemporáneo. En un pasaje central de las Investigaciones filosóficas vincula las formas de vida a los juegos de lenguaje. Con ello se aparta de la tradición y plantea el problema en el plano analítico. Wittgenstein usó el término «juego de lenguaje» con el fin de subrayar que hablar es parte de una actividad. Las formas de vida se expresan principalmente por los actos de habla. Un hablante exterioriza su forma de vida a través de su discurso. En los últimos años, la discusión se ha centrado en analizar si se debe hacer un uso del concepto Lebensform (forma de vida) en singular o, más bien, si existen formas de vida, por lo que su uso habría de ser entendido en plural. Las disputas se han centrado en revisar la cuestión de si la forma de vida debe abordarse desde un punto de vista monista. Según la propuesta monista, el uso del singular prevalecería sobre el uso del plural por lo que sostendría que solo existe una cultura —la occidental— y todas las demás han de ser consideradas como grados o intentos de acercamiento a esta gran forma de vida. Los críticos de las posiciones monistas apostaron por una interpretación pluralista por lo que parece natural que existan una pluralidad de formas de vida. El concepto de cultura no sería, pues, monolítico sino mucho más complejo. En cada cultura aparecerían multitud de expresiones diferentes que expresarían formas de vida distintas. Cada forma de vida se caracterizaría por los juegos del lenguaje que usan los individuos que se identifican con esta. Estas múltiples formas de vida concurrirían en la sociedad. El libro pretende dar respuesta a múltiples cuestiones suscitadas en las discusiones recientes y que tienen que ver con la relación entre las formas de vida y los juegos del lenguaje.