La preocupación por la unidad es algo esencial y necesario que pertenece al corazón mismo de la Iglesia. No es un capricho de unos teólogos modernos; no es un añadido. Ha existido desde siempre, aunque se ve hoy más claramente su urgencia y necesidad. Benedicto XVI afirma con firmeza: «El actual Sucesor [de Pedro] asume como compromiso prioritario trabajar con el máximo empeño en el restablecimiento de la unidad plena y visible de todos los discípulos de Cristo. Esta es su voluntad, y este es su apremiante deber». El libro es una profunda reflexión e invitación a esta importante labor dentro de la Iglesia, desde la clara conciencia de que lo que nos une es más grande que lo que nos divide.