Constituye un ejercicio de liberación catártica escrito en medio del narcoterrorismo de la sociedad colombiana de los años 90. Es un testimonio de la modernidad neoliberal en un país de América Latina y un esfuerzo por hacer de la poesía una medicina. Puede ser tomado como el resultado de una logoterapia que busca lograr la emancipación y la creatividad mediante múltiples juegos de lenguaje en el contexto de un mundo narco colonial, dominado por la violencia y el abuso de las drogas. Este libro está hecho, como todo símbolo intelectual debe estarlo, para ser experimentado; y su experimentación no se reduce a la lectura a través de los ojos, hay que leerlo en voz alta, intensa y detenidamente, en trance poético y no retórico, despacio y realizando las pausas necesarias para que la intensidad perdure. Los escritos que lo componen fueron pensados como vídeos musicales, como significado en movimiento, incorporado. Su significación es un flujo de sensaciones; ellos deben ser olfateados, acompañados de música, aderezados con imágenes, degustados con la sutileza de un catador y escuchados con los oídos que hay detrás de los oídos. Esta no es una redacción, es un experimento literario que explora una realidad líquida y la difusa vaguedad de lo poético.