La santa de la misericordia «Hoy tengo la inmensa alegría de proponer a toda la Iglesia la vida y el testimonio de sor Faustina Kowalska –dijo Juan Pablo II en su canonización–. La divina Providencia unió completamente la vida de esta humilde hija de Polonia a la historia del siglo xx entre la primera y la segunda guerra mundial… “Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona”, le pidió Jesús. ¿Acaso no es la misericordia un segundo nombre del amor? »En este amor debe inspirarse hoy la humanidad para afrontar la crisis de sentido y salvaguardar la dignidad de toda persona humana… Este mensaje consolador se dirige sobre todo a quienes, afligidos por la prueba o abrumados por el pecado, han perdido la confianza y han sentido la tentación de caer en la desesperación. A ellos se presenta el rostro dulce de Cristo y hasta ellos llegan los rayos de luz que parten de su corazón e iluminan, calientan, señalan el camino e infunden esperanza».