Faltan moscas para tanta mierda presenta la realidad china sin tener en cuenta las visiones absolutistas y edulcoradas que suelen utilizarse, con abuso, en los ámbitos periodísticos, diplomáticos y empresariales en donde se saca siempre la cara por esa China que sigue sin ser encarada. En esta obra se cuentan realidades que no salen en prensa pero que todo el que ha vivido en China conoce a la perfección aunque a micrófono abierto lo niegue. Guía eficaz para el que quiere hacer negocios o echarse novia en el cansinamente llamado “gigante asiático”, y que ofrece además un buen surtido de restaurantes y casas de masajes. Ni que decir tiene que el Lonely Planet no está a la altura si desea visitar, entre otras, la ciudad de Shanghái, referencia principal de este libro. Rodrigo Mochales, protagonista de esta novela, promete pasar a la historia. Auténtico superhéroe de barrio, decide instalarse en Shanghái con la idea de vender un excedente de vino que ha adquirido previamente en difusas bodegas. Alcohólico, ex consumidor de drogas, putero, timador y gastrónomo, se agarra a la dignidad –la suya– como un balón de oxígeno. Novela de ficción basada en la más perversa realidad que hoy día asola China. Esta obra promete firmemente no dejarle bostezando. Si generara un conflicto diplomático no sería una sorpresa. Asumiendo cómo se las gastan los gerifaltes del PCCh cuando son escrutados ellos o su obra (su nación y pueblo). «Una visión despiadada y cachonda de China. [...] hemos de estar atentos a un escritor ágil, con fuerza narrativa y cosas que contar con un estilo directo y coloquial. ¿Demasiado bestia? No. Es fiel a la materia de la que se ocupa: China, país y sociedad espeluznantes, en la que el protagonista entra a saco y registra en su diario con crudeza, no exenta de humor». Ignacio Carrión Joaquín Campos nació en Málaga un invierno escasamente crudo de 1974. Creció físicamente –lo psíquico tardó en florecer– en Torremolinos aburriéndose como una ostra hasta que tomó una decisión con dos puertas: irse a Madrid y, por accidente, hacerse cocinero. Antes realizó encuestas e hizo de almacenista en los supermercados más cutres. Una vez le puso a El Fary en el maletero de su Mercedes una caja de agua mineral. Además de en Madrid residió en Segovia, Barcelona, Murcia y Menorca, por parte de España; un barco de cruceros surcando el Mediterráneo y el Atlántico; y en las macro-urbes de Pekín, Shanghái y Xiamen, claves para esta obra ya que estuvo por tierras chinas nada menos que seis años. Desde hace veintiún meses se tranquiliza en Phnom Penh, Camboya, siempre con Kep como excusa para salir de la capital jemer. Su plan de vida es tener casa en Nueva York y Kioto, indiferentemente del tamaño y de si es en propiedad o de alquiler. Sin estudios universitarios ni bachillerato, Joaquín Campos se hizo persona por medio del trabajo, las salidas nocturnas, los restaurantes y las botellas de vino; y ya desde que rompió el molde, escribiendo, leyendo y amando. Con 20 años ya había trabajado en un diario en papel y de pago, una radio y una televisión local. Cuando llegó a Madrid se negó a ser redactor del Marca. Al mes fregaba platos en Casa Benigna. Ahora escribe para el prestigioso medio FronteraD, además de para La Opinión de Málaga. Ha colaborado con otros medios, aunque nunca como periodista, sino como contador de historias. Su segundo libro, unas memorias tituladas Doble Ictus, se acerca a su finalización. Poemas asociados (Cartas a Thompson Island) y otra novela (Trastero) siguen creciendo día a día.