Asdrúbal no se adapta a la esclavitud bajo el yugo romano, pues es demasiado orgulloso y termina por rebelarse contra sus amos. Aún sigue buscando la muerte. Pero nuevamente los romanos le obligan a vivir. Así, lo exilian a unas islas situadas más allá de las Columnas de Hércules, llamadas Fortunatae Insulae. En aquel lugar Asdrúbal encuentra gentes que lo acogen de buena gana. Son personas de aspecto primitivo, vestidas con pieles, que no conocen los metales, pacíficas y que odian la sangre