Se dice que Jesús tuvo una seguidora que lo amó tanto como para tener el valor de asistir a su crucifixión, una seguidora a la que él amó tanto que la eligió para ser la primera en saber de su resurrección. Este personaje ha llegado hasta nosotros con una profesión y un nombre polémicos: María Magdalena, la prostituta. Sin embargo, la Iglesia Católica no duda en denominarla Apóstola de Apóstoles, aunque no reconoce como canónico el Evangelio de María Magdalena, un bellísimo texto gnóstico que nos propone un cristianismo como vía de conocimiento, un camino de regreso a nuestros verdaderos orígenes.