En el ocaso de la modernidad ya no somos hombres potenciales, porque se acabó la era del sujeto. Ahora somos sujetos discursivos, aunque textualizados. Nos hemos convertido en sujetos de papel, sujetos nominados, clasificables y controlados? ciudadanos con papeles, en definitiva. Se nos ha condonado, en efecto, la maldición originara. Nuestra actualidad es por ello superflua. La simpatía más profunda se abre ahora en la distancia más extrema, en la Ent-fernung, en la nietzscheana lejanía de la lejanía. La lejanía del extranjero, del que está-en-camino, del que va siempre hacia. Porque ser-extranjero es haber asumido el riesgo de la partida, ponerse en camino hacia un descanso seguro, ir tras el propio lugar, la patria. El objeto del deseo, por excelencia, en tanto que motivación y destino.