Desde muy temprano se observa en los escritos de Flaubert una hostilidad violenta hacia esa actitud que busca la norma y cuyo principal atributo es la estupidez. En el Diccionario de prejuicios, Flaubert ordenó un número considerable de palabras con intención de mostrar el uso que hace de ellas un «estúpido ideal», es decir, las opiniones sustentadas por una mayoría, que gozan de la aprobación general. El Estupidario es una recopilación de frases y citas que ponen en evidencia la vacuidad y estupidez del saber humano, encarnadas en estimaciones sobre la historia, descripciones del otro mundo, juicios y definiciones sobre el arte, afirmaciones sobre el efecto nocivo de las novelas en las mujeres, las enfermedades, como la ninfomanía, a las que pueden conducir las Bellas Artes, etc. Estas dos obras, fruto de lecturas ingentes, constituían el material sobre el cual Flaubert pretendía edificar la última parte de Bouvard y Pécouchet, en la que los dos peregrinos del saber, convencidos de la vacuidad del conocimiento, acometen la magna empresa de catalogar la estupidez portentosa de los hombres.