La tesis central de este libro es que no sólo es posible sino indispensable abrir los estudios estéticos –tradicionalmente restringidos al arte y lo bello– hacia la riqueza y complejidad de la vida social contemporánea. Eso es precisamente la Prosaica: la estética en la vida cotidiana. La autora actualiza las discusiones en torno a la estética, rescatando particularmente la filosofía de Dewey y Bajtín para proyectarlas hacia un enfoque interdisciplinario. A partir de Huizinga y la taxonomía de los juegos de Caillois (vértigo, competencia, azar y simulacro) la autora plantea a la lúdica como la gemela siamesa de la estética para recorrer el tejido social siguiendo estas dos hebras primordiales.135