El discurso apocalíptico ha perdido eficacia porque parece que nada acaba de terminar. Desde la postmodernidad a la globalización se ha extendido una experiencia cultural estrictamente bipolar que pasa de lo ultra-banal a lo hermético o alejandrino, de lo grotesco y, en algún caso divertido, a eso que es al mismo tiempo sesudo y aburridísimo. No faltan los intelectuales que braman contra todo aquello que pasa en el pantano contemporáneo con una mezcla de nostalgia pseudo-aristocrática y perplejidad frente a las transformaciones tecnológicas. Si superamos la inercia glaciar que nos llevaría a escribir siempre lo mismo, tendremos que asumir que hay nuevos lugares de intervención, medios y zonas de discusión híbridas (propios de la sociedad red) y acontecimientos artísticos singulares e intensos que, sin ningún género de duda, nos afectan. En Estética a golpe de like se reacciona (intentando evitar el impulso reaccionario) al magma actual de fenómenos culturales y visuales con una perspectiva crítica que no elude lo anecdótico, lo escandaloso o, incluso, las manifestaciones de un ridículo sin asideros. Tenemos que hacer el autorretrato o, para ser más preciso, el selfie peligroso del presente que nos impulsa a elevarnos hasta el pedestal freak. Sabemos que en este rizoma estetizado podemos ahogarnos pero tampoco necesitamos un salvavidas (en forma de notas a pie de página).