A pesar de lo sorprendente que pueda parecer, tanto en México como en el resto de América Latina, todavía no están claros ni siquiera los fundamentos del Estado de derecho. No está claro su contenido mismo, qué puede hacer para consolidar nuestras incipientes democracias o por qué sería útil para disminuir nuestros índices de violencia cotidiana. En ese nivel básico nos encontramos, es decir, en el de tener que explicar, y repetir sin tregua, cosas que en otros lugares podrían parecer obvias. Y hacerlo en los momentos presentes es muy importante, sobre todo si se atiende al uso retórico que con frecuencia hacen nuestros gobernantes de temas como el que nos ocupa.