Se dice que trece días y seis horas después de la muerte de alguien existe la posibilidad de traer de vuelta su espíritu. Si el difunto fue en vida una buena persona, puedes recuperarla, si no lo fue, te arrastrará al reino de los muertos o te acechará para siempre. Harry Wallmann ha oído que van a demoler el barrio donde creció y ha sentido la urgencia de visitarlo por última vez para retenerlo en el recuerdo. Allí va reencontrarse con el severo director de su colegio, con el viejo librero que le nutrió de lecturas morbosas y con el trauma que representó la muerte prematura de su padre.