En Escenarios post-catástrofe, Shaday Larios echa mano de diversos referentes filosóficos y científicos para pasar revista a algunas poéticas dramáticas y escénicas de ayer y hoy en las cuales es posible detectar las huellas del desastre, el sentido de la devastación y los restos materiales que son secuela de un hecho consumado y desaparecido. Muy interesante en su ensayo es la posibilidad de extender su análisis lo mismo a dos ejemplos de la dramaturgia clásica (Los persas de Esquilo y La tempestad de Shakespeare) que a dos expresiones escénicas contemporáneas (el teatro de Tadeusz Kantor y Cuerpos de la coreógrafa alemana Sasha Waltz). De la misma manera, con un claro sustento teórico, la investigadora argentina Karina Mauro emprende una rica reflexión sobre las posibilidades y los confinamientos a los que ha estado sujeto el arte del actor, agravado por un desprestigio moral común en diversas épocas, al constreñir el entendimiento de su ser sobre el escenario a algunas concepciones tradicionales. Alcances y límites de una perspectiva canónica: la actuación entre las nociones de representación y de interpretación, ensayo merecedor de una mención por parte del jurado, abre el camino a un urgente replanteamiento del arte del artista escénico fuera de esas perspectivas y al análisis del lenguaje específico que en castellano tendríamos que desarrollar para ampliar o trascender dichas nociones. Finalmente la segunda mención del jurado, Copiar la imagen, del escritor mexicano Christopher Amador Cervantes, plantea desde la orilla opuesta de la intuición y el hallazgo poético una apasionada discusión sobre el arte del actor y los diversos aspectos con los que se relaciona en el devenir del hecho escénico.