Descubrir, no lo que nos pone enfermos sino lo que nos mantiene sanos, cambia la perspectiva de la salud. Una visión de la salud que revaloriza actitudes singulares: el altruismo, la sociabilidad, la amistad, la comunicación, la familia y el espíritu emprendedor. Por ello, la vida de una persona, a pesar de una enfermedad crónica, puede ser plenamente sana. La salud empieza en la cabeza y es producto de un modo de vivir que huye de reglas y recetas. Porque el placer, y la capacidad de disfrutarlo, no es una recompensa por un esfuerzo determinado, sino uno de los sentidos de una vida saludable.
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