Entre el desierto de Arabia y el mar Mediterráneo existe una tierra que desde la más remota Antigüedad ha polarizado las miradas y los sueños de los hombres. Unos sostienen que Dios se la entregó a su pueblo; otros que ese Dios nació en ella; otros, que su profeta la escogió para subir desde allí a los cielos. Las tres grandes religiones monoteístas la sienten como algo propio. Ellas han querido embellecerla y honrarla, y también han derramado mucha sangre por su causa.
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