La acción ha sido el producto estrella del siglo XX. Su utilización como lenguaje estético –o antiestético– fue su mayor éxito, pero también su fracaso. Este libro parte de la conciencia asumida de este giro cultural que sintetiza las limitaciones, pero también los retos, de la política tras la épica de los socialismos y el triunfo del liberalismo económico. El mito de la acción, los mercados de las subjetividades y las utopías comunitarias se retoman desde un escenario donde la creación de un medio sensible es la base de la producción colectiva de lo común. A medida que avanza el siglo XXI se abre un contexto distinto, si bien la pregunta sigue siendo la misma, aunque resuene con mayor firmeza: ¿en qué medida el arte puede transformar el mundo en que vivimos?