Los números tuvieron, desde la Antigüedad, un significado misterioso en el que se sustenta gran parte de las concepciones sobre armonía y belleza. Nunca perdida esta creencia durante el Medievo -aunque relativamente poco aplicada al arte-, será en el Renacimiento cuando la nueva inspiración en los modelos artísticos clásicos greco-romanos traerán consigo una revaloración de los sistemas numéricos de proporciones. Los números eran la clave de la belleza, los números eran la clave de Dios, los números estaban en las proporciones del Arca de Noé, del Templo de Salomón... esos mismos números descritos en la Biblia, debían estar presentes en el hombre y aplicarse a las catedrales. En esta obra se plantea la posibilidad de que el sistema de proporciones humano que recogió Diego de Sagredo en su tratado Medidas del Romano (1526) -primer tratado de arquitectura español publicado en la historia-, poseía unos orígenes simbólicos que establecían un vínculo del cuerpo humano con la arquitectura de los templos y con estructuras sagradas bíblicas, utilizando los números presentes en el cuerpo del hombre como punto de conexión.