Estas páginas nos hablan de un Dios «lejano». Pero esta lejanía de Dios puede ser un motivo de bendición, una gracia, porque así se nos abren las puertas de nuestra vida interior a la búsqueda. Este Dios lejano, sin embargo, se hace cercano en aquellos lugares donde nunca lo buscaríamos en nuestra más monótona cotidianidad.