La técnica del enclavado endomedular fue descrita en 1940 por Küntscher aunque su uso inicialmente estaba restringido a fracturas simples de la zona media de la diáfisis, pues proporciona una estabilidad relativa sin comprensión interfragmentaria y permite un apoyo precoz por compresión axial entre los fragmentos y un tratamiento funcional activo en la mayoría de las ocasiones. Desde entonces se introdujeron técnicas que mejoraron la estabilización de la fractura, ampliaron su indicación a otras fracturas y permitieron el uso de implantes de mayor diámetro. Aún presentaba ciertos inconvenientes, que fueron resolviéndose con la introducción del concepto de ¿detensor¿ y, posteriormente, el de bloqueo. Con ello se conseguía aumentar su estabilidad mecánica y ampliar sus indicaciones a otro tipo de fracturas. Desde la utilización de clavos endomedulares con gran resistencia a la fatiga y baja rigidez se pasa al uso de clavos endomedulares con guías externas, lo cual amplía aún más sus indicaciones e intenta minimizar sus complicaciones. Hoy día, la osteosíntesis endomedular es una técnica que se realiza de forma habitual en la mayoría de los hospitales españoles y que todos los traumatólogos y cirujanos ortopédicos deberían conocer y dominar perfectamente.