Este ensayo ilustra la dirección que ha tomado en los últimos años la reflexión de Charles Taylor en el debate sobre la secularización. Por un lado, el filósofo canadiense contextualiza la trayectoria secularizadora moderna proyectándola en el horizonte de un tiempo histórico amplio. Puesto que los éxitos incuestionables de la modernidad occidental han ejercido desde siempre una fascinación casi hipnótica, es importante resistir a su poder de sugestión, diluyendo su impacto y su relevancia gracias al efecto tranquilizador de su larga duración. El segundo recurso utilizado por Taylor consiste en multiplicar los significados de la modernidad. La pretensión de la civilización occidental de haber agotado en su totalidad el espectro de las posibilidades de expresión humanas tropieza, de hecho, con los efectos imprevisibles, y a menudo regeneradores, de la migración, de un extremo al otro del planeta, de las teorías y las prácticas ideadas como respuesta a los desafíos concretos de la historia.