No importa lo larga o lo corta que haya sido: una vida nunca se pierde para aquellos que la recuerdan. Y el aniversario de una pérdida es, por supuesto, un momento especial para recordar... y para ayudar a curar las heridas. Es un momento para hacer balance de las lecciones que hemos aprendido, las dificultades a las que nos hemos enfrentado y las pequeñas victorias que hemos conseguido.