A la manera de Nigel Barley, del que se declara entusiasta lector, el autor nos lleva de la mano por las más conocidas y las más raras construcciones. Nos hace participar en la apertura de una cámara intacta de la Dinastía XI, pero también nos hace viajar en taxi o en camello, en falúa o en barca, nos invita a compartir con él habitaciones de hoteles de lujo o de mala muerte, y nos lleva a cenar en sitios que sólo el conoce. El viaje de un ingenuo arqueólogo español que nos iniciará en la la egiptólogía mientras está a punto de morir electrocutado o sufre el hostigamiento de un fantasma nocturno, o se ve acosado por las fuerzas de seguridad del país.