En un momento en que la presencia creadora de Dios está tan cuestionada por los avances de la ciencia, echamos en falta una mirada a caballo entre la fe y la propia ciencia que nos estimule la capacidad de asombro con un corazón de niño grande. Gabriel Mª Otalora presenta una amena reflexión sobre las dos grandes pasiones del género humano: descubrir las leyes de todo cuanto somos y cuanto nos rodea; y conocer nuestro origen, qué sentido tiene el universo, la vida creada y nuestro destino. La primera es patrimonio de las ciencias, pero la segunda es terreno de la fe. Es posible ¡e inteligente! la confluencia entre lo científico, lo filosófico y lo teológico. Y el autor lo hace con un lenguaje claro y desde el sentido cristiano de la existencia.