El último conquistador. Blasco Ibáñez (1867-1928), es la biografía del autor valenciano de La Barraca, Cañas y barro, Sangre y arena y de otras muchas novelas. Vicente Blasco Ibáñez es un clásico de las letras españolas. Sus obras se pueden leer hoy con interés. Están hechas con brío, son testimonios interesantes de la vida nacional. Pero, además, es un político original, un adelantado de la modernidad. La política democrática, la nueva política de muchedumbres, en contraste con la vieja política de notables, la que se hace con elecciones, mítines y organizaciones disciplinadas se aclimató en Valencia antes que en otras partes de España. El último conquistador trata de averiguar las razones del éxito que tuvo el republicanismo blasquista; un movimiento que dominó la ciudad de Valencia durante treinta años, demostrando que era posible transformar el régimen político de la Restauración, al menos en las ciudades, siempre que existiera una voluntad poderosa y una táctica adecuada. El blasquismo fue, por otra parte, un movimiento de promoción cultural y social insólito en aquel tiempo. Blasco Ibáñez fue un hombre desmesurado, de prodigiosa energía. Tenía características encontradas; era valiente y fanfarrón, épico y grotesco, escritor de genio y folletinista kitsch. Rara vez se ha dado en la misma persona una conjunción de facetas tan distintas: político, literato de éxito, colonizador, periodista, editor, viajero, guionista y productor cinematográfico. El último conquistador es la biografía política y literaria del personaje, desde sus años de organizador y demagogo republicano hasta la campaña contra Alfonso XIII, durante la dictadura de Primo de Rivera. Episodios como las empresas de colonización en Argentina o su tarea de propagandista durante la Gran Guerra quedan descritas en el libro. El autor de Los cuatro jinetes del Apocalipsis fue, después de Cervantes, el único literato español que ha logrado una repercusión mundial.