A las siete y media de la tarde del día 3 de junio de 1863, Manila sufre uno de los terremotos más dramáticos y violentos de toda su historia. Las pérdidas humanas y materiales fueron muchas. Rápidamente, tanto en la Península como en Ultramar, se toman medidas políticas y económicas para intentar paliar los daños de esta catástrofe natural. La monografía que tenemos entre manos hace un estudio de estas medidas tomadas.