A partir de los archivos conquenses el autor da a conocer numerosa documentación que permite rastrear la vida teatral en dicha ciudad durante casi dos siglos. Ahora sabemos que Cuenca tuvo un corral de comedias con una fecha relativamente temprana, 1587, gracias a la iniciativa privada, siguiendo la estela de los casi recién creados corrales madrileños. Además hay que destacar como aportación la enojosa tarea de transcripción de los documentos más significativos, que permite al curioso y al investigador que se acerque a este libro la consulta directa de datos.