La disposición al sosiego -léase también tranquilidad, calma, serenidad- nos conduce a un tipo de vida que es fácil entrever qué bienes se derivan de ella. Un talante sosegado aporta a quien lo posee, una dignidad y elegancia que no pasan inadvertidas ante los demás. Y quien disfruta de él se siente inclinado a reflexionar, a la observación minuciosa, así como a actuar con más prudencia, discreción y delicadeza. El sosiego es antes que nada, logro del alma, dominio de sí mismo, equilibrio.