La empresa familiar se presenta como una realidad económica y social reconocida a todos los niveles (económico, laboral, social...) y con una enorme relevancia dentro del tejido empresarial en nuestros días. No obstante, desde la perspectiva jurídica, la aprehensión de un concepto propio y las dificultades de tratamiento disciplinar de algunos de sus rasgos distintivos ha provocado que su estudio se circunscriba, con relativa frecuencia, hacia otros ámbitos, en especial, de dirección y gestión empresarial. A la vista de este contexto multidisciplinar, en la empresa familiar sobresale un instrumento documental que cumple una función básica, destinada a mantener incólume el carácter familiar de la empresa y, de este modo, el espíritu perseguido por sus fundadores. En concreto, nos referimos al llamado protocolo familiar, a través del que se trata de reglamentar y dar respuesta a los conflictos entre empresa y familia.
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