Un episodio muy conocido de la historia del cómic tuvo lugar cuando el Senado de Estados Unidos discutió si debían permitirse ciertos contenidos en los cómics que leían los más jóvenes. Desde entonces hemos demonizado la figura de Fredric Wertham (incluso en la portada de este libro), calificamos de ñoños los tebeos publicados bajo regímenes despóticos o estimamos que son instrumentos del Estado en función del mensaje que transmiten. Este prejuicio contra los cómics, que aún existe, procede del rechazo a la literatura popular o las tiras de prensa desde el inicio del siglo XX, generado y alimentado por educadores reaccionarios, políticos oportunistas y periodistas morbosos. Y no ocurrió solo en un país, tuvo lugar casi al mismo tiempo en otras partes del mundo, con diferentes aproximaciones dependiendo de la situación sociopolítica de cada país y del estado de su industria cultural. En este libro se nos cuenta con todo lujo de detalles esa historia: cómo germinó el odio hacia los cómics, los intereses políticos y mediáticos que guiaron la campaña orquestada contra ellos, las mentiras que se esgrimieron, las discusiones que se desataron entre los legisladores y las consecuencias para las industrias de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia y España. Fernández Sarasola ha invertido más de una década en la realización de esta investigación, ha consultado más de quince mil periódicos, artículos, cuerpos legales y otros ensayos, y ha reconstruido un fragmento de la historia de la comunicación que el tiempo había desdibujado.