De tanto poder como les dimos, las redes sociales se convirtieron en un sistema de gobierno. Da miedo porque es verdad. El protagonista muere se escribió en el año 2012 como obra juvenil de teatro de ciencia ficción, pero va camino de convertirse ya en una crítica a la sociedad actual. Todos nos vendemos y nos destruimos, porque nos importa más una interacción social que un abrazo. Rápidamente las predicciones se están cumpliendo: el prestigio y la fama, nuestras relaciones humanas, el ascenso y la valoración intelectual, todo se concibe como parte de un gran escaparate catódico. Cuantos más seguidores tengas, tu puesto en la pirámide social será superior. Si no tienes seguidores, no vales nada. Porque importa más el parecer que el ser. Y nuestros perfiles han sustituido a nuestras personalidades. Frente a todo esto, ¿existe la posibilidad de quedarnos al margen sin que la sociedad nos margine? ¿Somos libres para elegir lo que mostramos o se desdibujó nuestro valor humano bajo la lluvia, por carecer de color en los paraguas, los trazos de la acuarela?