«Lo que me admira, dice Dios, es la esperanza. Y no me retracto. Esa pequeña esperanza que parece de nada. Esa niñita esperanza. Inmortal. Porque mis tres virtudes, dice Dios. Las tres virtudes, criaturas mías. Niñas hijas mías. Son también como mis otras criaturas. De la raza de los hombres. La Caridad es una Madre. Una madre artiente, toda corazón. O una hermana mayor que es como una madre. La Esperanza es una niñita de nada. Que vino al mundo el día de Navidad del año pasado. Que juega todavía con el bueno de Enero. Con sus pequeños pinos de madera de Alemania cubiertos de escarcha pintada. Y con su buey y su asno de madera de Alemania. Pintados. Y con su pesebre lleno de paja que los animales no comen. Porque son de madera. Pero esa niñita atravesará los mundos. Esa niñita de nada. Sola, llevando a las otras, atravesará los mundos concluidos. Una llama traspasará las tinieblas eternas».