Desde épocas antiguas se rechaza socialmente el plagio porque supone un engaño sobre la verdadera autoría de una obra del ingenio. Además, no solo vulnera los derechos de los creadores originales, sino que ataca a la libertad de creación o producción literaria, artística y científica, que representa un valor cultural y está reconocida como un derecho fundamental en nuestro ordenamiento jurídico. . En nuestros días, la lucha contra el plagio se proyecta en dos direcciones. Por una parte, se centra en la defensa de las facultades reconocidas a los autores e intérpretes; es decir, en la tutela clásica de la propiedad intelectual. Por otra, dado que las nuevas tecnologías facilitan la copia o reproducción ilegal de trabajos científicos, ha surgido la necesidad de incrementar la lucha contra el plagio para preservar la excelencia académica. . Pero, pese a la repulsa social generalizada, no es fácil precisar una noción de plagio que resulte unánimemente aceptada. De un lado, por la dificultad de definir los límites de lo lícito e ilícito en esta materia y, de otro, por las múltiples modalidades de plagio que pueden presentarse en la práctica. . El autor analiza y define los perfiles de este instituto, con aportaciones doctrinales y jurisprudenciales, para poder determinar con precisión las posibles conductas plagiarias y los remedios procesales arbitrados para combatir estas acciones ilícitas.