"Esta edición contiene dos de los trabajos más intensos de Barthes, más contenidos y más llenos de semillas para hacer crecer. Semillas que no han germinado, todas, aún, en nuestros días". Así comienza José Miguel Marinas su estudio preliminar de El placer del texto, escrito en 1972 y La lección inaugural de 1977, en esta nueva edición del clásico libro de Barthes. Si el texto es, obviamente, el centro de reflexión de El placer del texto, también ocupa un lugar de privilegio en la Lección inaugural. Barthes hace hincapié en el goce que provoca la lectura, y recupera el placer del texto contra la indiferencia de la ciencia y el puritanismo del análisis ideológico, pero también contra la reducción de la literatura a un simple entretenimiento. Cada texto es un espacio de conflictos, que no se reduce a una postración de meras diferencias. Del mismo modo que un texto no es un escrito sino una clave para interpretar y cambiar la cerrazón de la cultura. En 1977 fue designado titular de la cátedra de semiología literaria del Collège de France que fue creada especialmente para él por consejo de Michel Foucault. En su Lección inaugural, Barthes se definió a sí mismo como un "sujeto incierto": demasiado literario para los lingüistas, que siempre lo consideraron un intruso; demasiado lingüista para los críticos literarios, que pocas veces llegaron a entenderlo. Es quizá este rasgo el que lo ha convertido en uno de los pensadores más influyentes en su campo.