Comentando un fragmento en prosa de Robert Walser (1878-1956) sobre la ceniza, W. G. Sebald escribe: «Lo altamente emotivo de ese pasaje». Esta misma frase podría aplicarse también a El paseante solitario, un libro breve para leer despacio y de un tirón, que consigue, con un estilo personal y preciso, hacernos caminar al lado de Robert Walser y mirar el mundo, las cosas, casi con sus propios ojos. Con imágenes que nos cogen por sorpresa, W. G. Sebald enlentece el tiempo y nos acerca de modo insuperable a este hombrecillo de paraguas siempre colgado del brazo, incluso en los días de sol.