La instalación, el videoarte, la performance, los cuadros sin marco o las esculturas sin pedestal, la desaparición del criterio de belleza y la despersonalización de las obras, los nuevos criterios de admisión y la rapidez del reconocimiento, la prioridad dada a la originalidad y al juego con los límites del arte, la diversidad de materiales y la intencionada fragilidad de algunas propuestas, el peso de las explicaciones y la importancia de las ferias y las bienales, el auge del mercado del arte y de los museos públicos: todas éstas son algunas de las muchas características propias del arte contemporáneo que configuran un mundo sumamente coherente, y radicalmente distinto a las formas de arte hasta ahora conocidas.