Esta es la historia de un fracaso. Impulsados por un determinismo científico que daba su victoria por segura, los comunistas se propusieron asaltar los cielos, crear una sociedad y un hombre nuevos sin injusticias y sin relaciones de dominación. Procedían del proletariado, la clase de sufrimiento universal, la que lo producía todo sin tener nada, la que, según los profetas de la Internacional, estaba llamada a acabar con la burguesía y a construir un mundo sin explotadores ni explotados. En una tierra inhóspita y pobre, sostenidos por una ideología que les prometía el aquí y ahora de un paraíso inminente, intentaron dejar de ser víctimas de la historia para erigirse en protagonistas. Tras atravesar décadas de miseria, cárceles y humillaciones, los dirigentes comunistas comenzaron a ser conscientes de su poder durante los años treinta. Hablaban entonces de una revolución que no estaban en condiciones de acometer pero que sirvió de coartada para la reacción de esa burguesía a la que se proponían destruir. El final de esta historia es de todos conocido. Los comunistas acabaron fusilados, en la cárcel o en el exilio. Los que creyeron escapar a la venganza franquista se encontraron en Argelia con que sus sufrimientos no habían hecho más que empezar. El PCE, descabezado y perseguido, iniciaba el largo camino de la clandestinidad sin segundas oportunidades para alcanzar el poder porque la alegría revolucionaria pasó por la puerta pero dos veces no pasa. Las páginas de este libro intentan llenar un vacío historiográfico en Almería. Socialistas, republicanos, radicales, falangistas y católicos han sido objeto de distintas monografías a lo largo de los últimos años pero los comunistas han prolongado su derrota haciendo una especie de mutis por el foro de la historia local.