En el centro de este libro hay un muro. Y, en uno de los lados, un joven caballero con su armadura. Está completamente convencido de que el muro lo protege de los peligros que acechan al otro lado: un feroz tigre, un enorme rinoceronte y, sobre todo, un temible ogro que se lo zamparía de un bocado. Nuestro caballerito no parece darse cuenta de que a su espalda se acerca un cocodrilo que le da un buen susto a un pobre pato, y también una ola que crece y crece y sigue creciendo... Con aparente sencillez y extraordinario ingenio, Jon Agee nos habla de la necesidad de ampliar nuestros horizontes, de abrirnos a nuevos mundos (interiores y exteriores) que nos enriquecen y son nuestra auténtica fortaleza.