Como jefe del Servicio Meteorológico de la URSS, Alekséi Feodósievich Vangengheim se dedica a estudiar las particularidades meteorológicas del vasto territorio soviético y a ayudar con sus predicciones a la construcción del socialismo. Sin embargo, en 1934 será acusado de traición al régimen y encerrado en un campo de trabajo, convirtiéndose en una más de los millones de víctimas del terror estalinista. Durante todos los años en los que Alekséi estuvo preso hasta su muerte, dirigió la mayor parte de su correspondencia a su hija, Eleonora, que tenía cuatro años en el momento de su detención, y a quien no vería nunca más. El descubrimiento de esta correspondencia motivó a Olivier Rolin a indagar en las circunstancias que rodearon su desaparición y tratar de reconstruir su vida. En un estilo directo y brillante, Rolin narra la historia de Vangengheim, habla de la recuperación (u olvido) de la memoria del periodo soviético en la Rusia actual y reflexiona también sobre el vacío que el final de la utopía comunista ha dejado en Occidente, porque, como bien dice, «el triunfo mundial del capitalismo no se explicaría sin el terrible final de la esperanza revolucionaria».