Konrad y Paul, además de una encantadora pareja de dos, son el compendio de todos nuestros vicios y virtudes. El primero personifica nuestro yo ordenado, amante del buen cine, los libros, sensible al arte e interesado por la cocina. El segundo encarna nuestra parte procaz, sinvergüenza, poco dada al ejercicio intelectual, y más interesada en los placeres dionisíacos. Ambos están enamorados, cada uno del otro y un poco de sí mismo, y los dos tienen la habilidad de decirse «te quiero» dando un portazo. Está claro que Konrad y Paul, en el fondo, somos todos. Sirviéndose de la honestidad brutal de la caricatura y con la fuerza de la mejor sátira social, Ralf König nos permite ser testigos del devenir cotidiano del dueto homosexual más descacharrante, tierno y memorable de la historia del humor.