A principios del siglo ix, el literato Zhang Ji escribió una carta a su amigo Han Yu, uno de los principales pensadores de su tiempo, criticándole el deterioro de su imagen pública a causa de «andar con los que cuentan historias insustanciales y confusas». «Pero si lo hago por mera diversión se defendió Han Yu, ¿tan diferentes son del vino y las mujeres?». Aquella respuesta no convenció a Zhang Ji quien insistió preocupado: «¿Qué va a ser de ti si no rectificas? ¿No ves que son nocivas para la salud?». Aquellas historias «nocivas» son precisamente las recogidas en esta antología. Dichos relatos configuran el origen del género novelístico en China. Han llegado a nuestros días gracias a que fueron recogidas por el bibliógrafo imperial Li Fang, y sus más de veinte colaboradores, en una compilación de textos narrativos en prosa de todas las dinastías anteriores a la Song que se tituló Recopilación general de la Era de la Paz Universal, editada en 977. Pero si bien es cierto que los bibliógrafos salvaron estos textos del olvido, también lo es que los dejaron bastante mal organizados, ya que cometieron numerosos errores a la hora de establecer el autor, la fecha y el origen. Estos errores dificultan, y a veces impiden, saber a ciencia cierta quién es el autor de algunos textos recogidos en esta antología. Estas historias de amor, valor, fantasmas y espíritus sirvieron de inspiración a autores posteriores de China, Corea y Japón. Con el paso de los siglos los tipos de personajes, las tramas y los temas llegaron a las grandes novelas chinas de las dinastías Ming y Qing. Por su imaginación, su belleza formal y su originalidad, estos relatos pasaron a ser estimados a principios del siglo xx como obras maestras de la literatura china.