No es habitual que en los libros de José Luis Melero los escritores del canon tengan mayor presencia que los raros u olvidados. Pero en El lector incorregible aquellos vencen por una vez la batalla y superan en número a los proscritos. Y así, Melero nos habla de Joyce, Proust, Bergamín, Antonio Machado, Cernuda, Lorca, Alberti, Karen Blixen, Sender, Virginia Woolf, Miguel Torga o Blas de Otero, y hace que acaben imponiéndose a aquellos otros que desde siempre tuvieron reservada la letra pequeña en los manuales, escritores como Carlos Oquendo de Amat, José María Matheu, Fernando Ferreró, Rosendo Tello, Alfredo Castellón, José Luis Hidalgo, Antonio Cano, Julio Calvo Alfaro o Julio Antonio Gómez, a los que Melero quiere en este libro otorgar el protagonismo que pocas veces tuvieron. Los libros de viejo, nos dice Melero, llevan camino de ser, como los sombreros de copa, una elegante excentricidad. Y estos tiempos, en los que todo sucede de forma tan rápida que apenas podemos mirar hacia atrás, no son los más propicios para ellos, mudos testigos de lo poco que se recuerda hoy a tantos escritores que no hicieron otra cosa que escribir día tras día con el solo objeto de ser recordados. Pero los lectores incorregibles que siempre tiene Melero resisten contra viento y marea, comprando y leyendo libros como este en los que no encontrarán recetas para triunfar, sino herramientas para sobrevivir.